Hay algo profundamente emocionante —y también profundamente complejo— en lanzar una startup. Ese vértigo inicial, esa mezcla de incertidumbre y pasión, recuerda mucho a lo que hacían las bandas de música en los años 70, 80 o 90: maquetar un disco con pocos medios, probarlo con el público, cruzar los dedos y, si había suerte, despegar.
En cierto modo, emprender es como formar una banda. Tienes un sueño, un equipo pequeño, talento variado, escasez de recursos y una idea clara: crear algo que conecte con la gente. A veces, ese “producto mínimo viable” no funciona. Otras veces, con el tiempo, se convierte en un fenómeno. Pero incluso en el éxito, si no sabes gestionar personas, egos y relaciones, puedes estar cavando tu propia tumba.
Este fin de semana estuve escuchando a Supertramp, una de mis bandas favoritas de juventud. Mientras revivía sus conciertos en París del 79 y Londres del 77, no pude evitar pensar: esto era una startup. Una de las mejores. Y como muchas startups, acabó desintegrándose por no saber gestionar lo más valioso que tenían: las relaciones humanas.
🎹 Supertramp: una startup disfrazada de banda
Pocos saben que Supertramp empezó como empiezan muchos proyectos emprendedores: con un mecenas. Un ángel inversor. Su nombre era Stanley August Miesegaes, un millonario holandés que financió los dos primeros discos del grupo. No fueron un éxito, pero funcionaron como “fase beta”.
Tras esos intentos fallidos, la banda se encerró en una granja inglesa. Tenían tan poco dinero que comían galletas para perros. Vivían allí con sus familias, novias, mascotas… y con un objetivo claro: hacer algo único. Algo que el mercado aún no había entendido, pero que ellos sabían que podía funcionar.
De ese aislamiento creativo nació Crime of the Century, un disco revolucionario que los catapultó al éxito. Luego vinieron otros hits, como Breakfast in America, y se convirtieron en una de las bandas más importantes de su tiempo. Habían validado su producto. Tenían usuarios fieles. Escalaron.
Pero como en muchas startups que crecen demasiado rápido, el éxito trajo algo más que aplausos: trajo tensiones.
🧠 Egos, contratos y rupturas: la parte B de cualquier proyecto
Roger Hodgson y Rick Davies eran los cerebros compositores. Lógicamente, tenían un acuerdo contractual por el que cobraban más que el resto de la banda. ¿Justo? Posiblemente sí. ¿Inteligente para la cohesión del equipo? Quizás no tanto.
A medida que crecían, el grupo dejó de ser un grupo. Ya no convivían, ya no componían juntos. Apenas se veían fuera del escenario. El dinero, los egos y la falta de una comunicación auténtica hicieron lo que ningún crítico musical pudo: los destruyó desde dentro.
Y aquí está la lección más importante: no basta con tener talento o una gran idea. Necesitas saber trabajar con personas. Saber hablar, saber ceder, saber compartir. Porque las startups —como las bandas— no mueren por falta de producto, sino por falta de entendimiento.
💡 ¿Qué puede aprender tu startup de todo esto?
Aquí van algunas enseñanzas prácticas que Supertramp (y muchas otras startups musicales y empresariales) nos dejan:
1. Construye un equipo antes que una empresa
Antes de lanzarte a crear el próximo “producto revolucionario”, asegúrate de tener una base sólida de relaciones humanas. ¿Confías en tu socio? ¿Puedes hablar con sinceridad? ¿Hay espacio para el conflicto sano y la crítica constructiva?
Un equipo sólido no se define solo por habilidades complementarias. Se define por valores compartidos, por respeto mutuo y por una visión común.
2. Los contratos salvan amistades
Puede parecer frío, pero es necesario: todo debe quedar por escrito desde el inicio. Quién aporta qué, cómo se reparten los beneficios, qué pasa si alguien se va… La transparencia es fundamental para evitar resentimientos futuros.
El contrato que firmaron los miembros de Supertramp fue justo económicamente, pero no contemplaba algo esencial: la evolución humana. Los proyectos cambian, las personas también. Por eso, revisa tus acuerdos cada cierto tiempo.
3. Evita los liderazgos silenciosos
Uno de los errores más comunes en startups —y en bandas— es no definir claramente quién lidera qué. Si nadie toma decisiones, el caos reina. Pero si una sola persona toma todas las decisiones, la frustración explota.
Lo ideal es un liderazgo distribuido, donde cada quien sepa cuál es su rol, su espacio para decidir y su responsabilidad. No todos deben tener el mismo peso, pero todos deben sentirse escuchados.
4. No vendas solo un producto. Crea una propuesta única de valor
Supertramp no era solo una banda. Era la banda que no se parecía a ninguna otra. Mezclaban pop, rock progresivo, jazz y blues sin perder identidad. Cada canción era reconocible. Ese es el camino para cualquier empresa: diferenciarse sin disfrazarse.
En marketing, esto se traduce en algo muy simple: propuesta única de valor. ¿Qué ofreces que nadie más ofrezca? ¿Por qué un cliente te elegiría a ti y no a la competencia?
5. El éxito no es el final. Es el comienzo de nuevos retos
Cuando Supertramp triunfó con Breakfast in America, comenzó realmente su caída. Ya no luchaban por llegar. Luchaban por mantenerse unidos. Es cuando el éxito llega que las cosas se ponen realmente difíciles.
Por eso, en tu startup, prepárate no solo para crecer, sino para gestionar el crecimiento: nuevos empleados, nuevos inversores, nuevos clientes. Y sobre todo, nuevas dinámicas personales.
🔥 Pasión y gestión: las dos caras del emprendimiento
El emprendimiento necesita pasión. Sin ella, no llegas a ningún lado. Pero también necesita método, organización, cuidado. Escribir mails, revisar KPIs, resolver conflictos. Todo eso forma parte de la música, aunque no suene tan bonito.
Supertramp nos deja un legado musical maravilloso, pero también una advertencia. Una advertencia sobre lo que pasa cuando olvidas que estás construyendo con personas. Que no basta con sonar bien en los conciertos: hay que sonar bien en los pasillos, en las reuniones, en el día a día.
Emprender es difícil. Pero cuando lo haces con la gente correcta, es también lo más hermoso que puedes vivir.
🎤 Y tú, ¿estás montando una empresa o una banda?
En www.vasavender.com creemos en el poder de las personas y en la autenticidad de los proyectos que nacen desde la pasión. Ayudamos a emprendedores a lanzar, validar, vender y escalar sus ideas. Pero también, y sobre todo, a construir relaciones duraderas que no se rompan con el primer éxito.
Así que la próxima vez que formes un equipo, piensa como un músico. Busca química, busca afinación. Porque vender es importante. Pero llevarse bien para seguir tocando… eso es lo que de verdad importa.
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